Mi casa
Tras barrer mi casa,
te deje entrar.
Mi casa, llena de
historias, de nostalgias, de anhelos, de tanto para vivir, de mucho para contar.
Una casa con visitas,
pero con limitaciones, pues a pesar de no necesitar entradas novedosas con
frecuencia, si recibía consecuentes golpes a su puerta y en más de una ocasión,
eran abiertos los portones principales.
En ningún tiempo se
pintaron de rojo las paredes, pues la moral era el ojillo de la puerta y los
valores tapizaban las paredes.
En ocasiones hubo
visitas ornamentadas con excelencia, con rasgos atractivos, palabras seductoras
y discursos coherentes, pero tras pasar al sillón, era hacedero distinguir que
el periplo predilecto, llevaba a la habitación.
Sin embargo, de
tantas visitas, poco a poco, esta morada, se fue redecorando, logrando gozar de
cerrojos nuevos, garantes de buena seguridad, pero también de cojines
confortables o algún tipo de chimenea, que
acogían con calidez y confort.
Cada cambio en casa,
venia luego de algún accidente, pues en ocasiones, los invitados no eran tan
similares a sus fachadas.
En ocasiones, esta
casa estaba fría, pues alguna visita que había ganado la confianza suficiente, destruía
el armazón de la chimenea, dando paso para que el frio de las ventanas, donde desfilaba
la lluvia, helara el alma de mi casa, no obstante, los días grises se marchaban,
ya que esta casa no precisaba visitas, requería quien se quedara a avivar el
fuego y colocar la leña.
Esta casa con tantos
sueños, conoció algún charlatán, que le converso de viajes, de estrellas y de
utopías en común, quizás fue el más difícil de olvidar porque al conversar todo
estaba en común, pero al comenzar a arriesgar, los caminos se bifurcaron, pasando
de un “me encantaría viajar y conocer, arriesgar y soñar, crear y construir” a
un “no puedo seguir a una casa que va de ciudad en ciudad con globos en el
techo” tal vez lo único fácil para la casa, al separarse de este invitado, fue
descubrir, que nunca fue lo que expresó, por lo que esta casa, se deshizo de
cada proyección a futuro, y le quito el rostro al perfil, dejando solo las
características de este, que se juzgaban ideales, para así encontrar un
invitado que fuera lo que ambicionaba dejar entrar.
Pero la oferta de
entrar parecía abierta y algunos aprovecharon solo por necesidad de hogar,
siendo el ultimo el que haría que la casa se quisiera desmoronar, pues de
recibir en son de invitados, este entró con el perfil idóneo para convertirse en
un habitante, que sería parte de la casa, lo que sin perder mucho tiempo, se
evidenció con un gran error.
Resultó otra fachada,
sin embargo mientras consiguió otro hogar, la casa lo acompaño, decidiendo que
limpiaría cualquier rastro de cualquier dolor, cualquier perfil de futuro amor,
cualquier idea de visitantes utópicos o de habitantes predilectos.
Gracias a eso barrí
la casa, y al saldar mis deudas de limpieza interna, y acabar de echar los
escombros, noté que había un joven constantemente cortando el pasto del patio
de esta casa, así que te deje entrar, ingresaste poniendo leña, limpiando y
secando las ventanas, remendando las grietas y decorando los muebles, todo con
el constante recuerdo de mi parte, de que serias solo un invitado. Pero al
pasar los meses, la invitación te quedo chica, pues eras parte de esta casa,
desde antes de que te dejara entrar, por eso ahora mi casa vive una primavera
donde no hay lluvia que secar de sus ventanas y la calidez de ella, se siente
sin necesidad de la leña, ahora mi casa destella sus colores predilectos.
De ser mi casa la
vida de una persona, diría que es feliz, y tal vez que aprendió, lo que es el
amor.
Letras Color Café
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