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Mostrando entradas de agosto, 2017

La Sombra de una Certeza

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D ijiste que te gustaba la música alternativa, en ese momento jamás se me ocurrió, qué como la música, yo también pasaría a ser eso, la alternativa de una opción. Nunca imagine futuro, no había posibilidad, pero bajo la luz de la luna, justo antes de dormir, tras tu mensaje de buenas noches, sonreía, sabía que, en la infinidad de nuestros días, el amor perduraría, pues en palabras, compartíamos la certeza de conocer el amor. Palabras y más palabras, me abordaban y alegraban. Tus sentidos en los míos, tu pensar, tu cariño, éramos uno. Entre el choque de sentimientos, me inundaban las preguntas, cómo hacer si ese valioso corazón me dejaba, sin opciones, sin llevarse consigo mis sentimientos, cómo haría si otra descubría lo que yo vi, sabía que podría soportar, sufrir, esperar, como en la biblia lo había aprendido, pero, si de eso se trataba el amor, ¿qué tenía yo que esperar? Estaba decidida, viviría la peligrosa condena. De cualquier forma, no era una pregunta, no era una inte

Amistad.

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Un Vigor afín, un destino en construcción. Construcción mutua, que se descubre y redescubre Amistad que continuamente destapa la visión, guía de la oscuridad, a la luz, que, hacia el faro, el camino, la verdad y la vida, nos orienta, que, a guiarnos por la luz correcta, nos transporta. “Si quieres, hoy me quedo contigo”, repiten nuestros corazones en las buenas y las malas. “Te entiendo” Gritan nuestras miradas, desde que las palabras sobran o si aliento falta. En el silencio, en la distancia, en las penumbras o desesperanzas. La afonía es serena. El camino es corto. El miedo es vano. La amistad da confianza, perspectiva, anhelo. Pequeño gran arcoíris, esplendido tesoro. Socia de la vida, de estos grandes negocios. Voz de mi conciencia, placer del decoro. Me empujas con mis miedos, me lanzas tras mis sueños. Confianza en nuestro perpetuo. Lo que perdura se detecta, lo que se mantiene con el tiempo, se construye con esfuerzo, en nuestro caso, los añ

Ese Castillo

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En este castillo, donde todos te ven y te aprecian. Eres una princesa, eres lo que todos se plantean. Eres aquello que has creado. Pero realmente, ¿conoces que eres? ¿Realmente quieres ser, lo que todos quieren que seas? Todo este tiempo, bajo una idea, bajo reglas, bajo lo coherente y lo normal. Tanto de este tiempo, con ideales, con metas, con proyectos. Creíste que seguías tu corazón, paraste, revisaste. ¿lo notaste? Sigue vacío ese espacio. Seguir al corazón, nunca viene cargado de instrucciones y notas recordatorias. Pero debes gritar fuerte en tu conciencia, di una y otra vez lo mucho que te apasiona ser feliz. Al Filo de una ventana, vives tu vida como espectadora. Al borde de un balcón, yace tu voluntad, esperando que uno de los príncipes te eche una mano. Optaste bajar del balcón, pero en cada paso que das hacia la libertad, te frenas y vuelves cada vez más atrás. Ese castillo, que son tus miedos, pero al mismo tiempo es tu imagen. Ese castillo

Saca las nubes.

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En una famosa serie aprendí, que más allá de las nubes el cielo es siempre azul. ¿Hace cuánto le temes a la luz? Te he visto caminar entre nubes, pasear entre incertidumbre, me hablaste, de manera convincente, de aquello que está bien, de aquello que está mal. Hablamos de la felicidad, pero me preocupa como estas viviendo, pues no eres feliz. La felicidad, no es una utopía, la felicidad no es una meta. La felicidad, debe dejar de ser el futuro anhelado, pues no es más que un presente perenne. Pasamos la vida, en la relatividad del tiempo, anhelando. Pasamos el tiempo esperando, trabajando en pro de alcanzar la felicidad, pero muchas veces abandonamos lo que amamos por ser fieles a aquello que promete hacernos felices a la larga, cuando en realidad, nada que no te haga feliz hoy, te hará feliz mañana. Claro, es necesario saberlo, la felicidad también tendrá momentos de frustración, de esfuerzo y de miedos, pero la plenitud que se siente al ser lo que debes ser, da paz y

Ellos

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Me disipé en esas sonrisas, el fondo, la felicidad. Al ton y son, del vibrar que todo lo produce, que todo lo ve. Done mi voz, done mi voluntad, done mis fuerzas. Mi Cómo, cuándo y dónde, lo designaron ellos, Dios solo obedecía la necesidad. Mi amor se volvió un plural irreversible. Mis juicios siempre en pro, nunca en contra. Lo justo y lo injusto, trastabillaban y se relativizaban, intentando doblegar mis fuerzas, cuando un par de ojos brillando suplicaban o clamaban comprensión. Me descubrí, cuando los comprendí. Me encontré en esas canchas, en esos patios. Dilucidé buscarme entre paredes, paredes que simbolizan no tenerlos. No soy yo. No me encuentro. Se bien que es ahí, que mis oídos anhelan el sonido del balón, el tintinar de ese par de colitas o los gritos a mi alrededor. Sé al dedillo, que mi piel anhela esa calidez, esos abrazos, ese peso en mi espalda al jugar a los caballitos. Estoy al cabo de los hechos con la deuda que tengo, debo compensar tan