La Absurda Magia de Nuestro Vals

Una mirada tomó mi cintura, una sonrisa se posó en mis hombros.
Sin invitarme previamente, sin comunicar o pedir mi mano.
¡Qué osadía, caballero! Sin infortunio gritó mi pavoneo.
De un “había una vez” y un “vivieron felices para siempre”, al argumento de la duda.
Con sus palabras comenzó la danza. Pomposa y elegante.
Estar al tanto del otro, de gustos y disgustos, era la pista de fondo.
Del azul y la escarcha, de la pobreza y la realeza, a romper estereotipos, normas y ordenanzas.
Al saber al dedillo, vacilamos continuar, ¡Oh terco destino, ya no queríamos frenar!
Una pieza seguía, el romance la empañaba.
Nuestros pasos direccionados en opuestas direcciones, se frenaron y viraron a cruzar sus intenciones.
Nuevamente tu sonrisa arropaba mis emociones y tu mirada mi pecho, lo sofocaba en palpitaciones.
¿Sólo un baile caballero? Decía trastabillando, sin saber si la respuesta podría ser de mi agrado.
En silencio permaneció, con arrogancia discreta.
De lo escrito, destinado, que llega y simplemente se da; a lo real, lo que escribimos y con esfuerzo construimos.
Cuan caballero asustado, bailó entera la canción, pero en la naciente ocasión, sin respuesta dejó la sala.
¡Que absurda y desdichada! Pensé muy aterrada, pero el orgullo que embarga, me hundió en un mar de palabras.
En el balcón de lamentos, cubrió la luna mi llanto, y sin tardar el tormento algo notó mi mirada.
Un mutismo caminaba, dando pasos conocidos, eran los pasos de un vals que de lejos había vivido.
Sin palabras, ni miradas, el dolor nos consumía, hasta que las sombras de sus almas cruzaron franqueza y cercanía, arrastrando el perdón y golpeando la melancolía.
Noté en ese momento la magia irreverente, que, sin permiso ni finura, nos guio pacientemente.
Equívocos e incoherentes, se volvieron nuestros pasos, pero tan prósperos eran los lazos que el vals se encargaba de unir pedazo con pedazo.
De un “vivieron felices para siempre” a un “estamos escribiendo la historia” pues el vals no acaba en vida, ni está escrito al ras de la gloria.
Mientras más bailamos caballero, más me pisa el doble de la falda, más se enreda en mis rudos cabellos y más me pierdo en el arte de sus ojos.

Se vuelve agresivo el baile, pero es gracias a la realidad, pues nuestro vals nos enseñó que el amor es verídico, si siendo fiel a tus valores, te amas al poder amar.
Por esto hoy no me preocupo si bailamos lejos el vals, pues es absurdo y se pierde si nos preocupamos de mas, ya que en el baile aprendimos lo relativo que es lo real.





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