Volveré, aunque no me haya ido.

Es cierto. Parecía invierno, pero eso ya lo sabes ¿no?
Es imposible evitar el frío, más si mi cobija es tu amor.
Para el mundo el frío es mera ausencia de calor, pero para mi, tras perderme en el horizonte de tu mirar, este frío, no es más que la ausencia de ti.
Basta de esquivar nuestros latidos, basta de gritar heridas, de describir navajas y de hacer creer al mundo que esto ya no es, cuando en realidad, esto, es lo más cierto que hemos vivido.
Intentando tachar nuestra historia, desgastamos nuestras fuerzas, sabíamos que era en vano, pero el miedo hace que todo amor camine perennemente en la cuerda floja.
Cierra los ojos, sé que me ves, tenme ahí, en tu recuerdo, porque volveré.
Volveré con esas risas que evitamos, volveré con tu abrazo en mi memoria, volveré para bailar bajo la Luna, para que tu boca convierta el último suspiro en las palabras que sólo en sueños se nos permite decir.
Y si miento, si me pierdo en el camino, si algo me sucede o me caigo de nuestra cuerda floja, si por el contrario regreso, pero decidiste no esperar, nuestra eternidad será sólo el universo paralelo de nuestros corazones. Temo con consciencia que ese dia exista en esta vida, pues volverá el frío, y anhelo un sólo regreso, este regreso donde nuestros corazones laten al mismo ritmo, pues tocan la misma canción.
Tenme ahí, no me apartes, aunque la distancia física nos haga querer ser realistas.
Ser realistas, es casi gracioso, cómo se puede ser realistas, cuando guardamos el secreto más grande del mundo, cómo  se puede ignorar la magia, si vivimos lo prohibido de la sociedad, y lo soñado de lo fantástico, de la ficción. Vivimos la utopía social menos construida, pero más anhelada.
Ser realistas, en esta historia es una vana mentira, y sólo sería tormenta en nuestra cuerda floja, porque lo que podemos creer que es nuestro realismo, será racionalismo exagerado del que condena el alma y aprisiona la felicidad, del que encarcela a un artista en una oficina.
Por eso, tenme ahí, en las memorias de tu corazón, porque nos debemos un baile eterno y una eternidad sin frío, pues el frío no es nada inmerso en el huracan de tus suspiros, no es nada, diluido en nuestra taza de pasión.
Yo volveré, volveré, aunque no me vaya, porque siempre estamos, pero volveré de ese sitio a donde voy para sostenerte en nuestra cuerda floja, a donde voy para luchar con nuestros miedos, con los frenos de nuestro porvenir.

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